miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo tres... "Primer día de clases"

 Abrí los ojos al oír el sonido del despertador, que jamás me había parecido tan irritante como esta mañana. Me levanté y me dirigí al baño para darme una ducha. Al salir me vestí con el uniforme que había preparado la noche anterior {89256} y, ya lista, tomé mi mochila, me coloqué los anteojos, até mi cabello en una coleta bastante desarreglada y bajé las escaleras totalmente desganada. 
 Al acabar de desayunar en total silencio mi madre por fin habló.
-¿Cómo te sientes?
-Nerviosa.
-Todo estará bien
-No es por eso, extraño a todos, ya pasó una semana y sigo sin acomodarme. Digo, la habitación es muy espaciosa, me gusta la vista, me agrada pintar y leer allí pero no lo sé, me gustaba mi antigua habitación.
-¿Quisieras que te compre alguna de las cosas que tenías en tu habitación de Australia?
-Podría ser, pero nunca será lo mismo. -Me paré y caminé hacia la puerta.
-Hija... 
-¿Si? 
-Te... te compré algo, te acompañaré. -Dijo nerviosa y ambas nos dirigimos hacia el ascensor. Ya abajo tomó mi mano y ambas nos dirigimos hacia el garaje subterráneo del edificio. Al caminar un minuto nos paramos frente a su auto.
-¿Me compraste tu auto? -Rió y apuntó a un lado, donde había un precioso auto negro estacionado {21567}. -Esto... ¿es mío? 
-Claro.
-No puedo conducir, no tengo licencia y no sé como hacerlo, además no puedo conseguirla a los 16 años, es ilegal.
-La compré y si sabes manejar.
-Pues si, pero solamente el auto de papá.
-Es igual, me aseguré que fuera más o menos igual.
-No puedo hacerlo mamá.
-Si que puedes Bianca, aunque hoy tendré que llevarte yo, el colegio está un poco lejos. -Rodé los ojos sin que me viera y me subí a su auto. 
-¿No tienes que trabajar?
-Comienzo la próxima semana. -No le contesté y conecté los auriculares a mi teléfono. Normalmente no me gustaba oír música, algo que por supuesto nadie entendía ya que hasta mis amigos de Australia amaban la música, pero pensaba que me desconcentraba. En este momento necesitaba desconcentración, no enfocarme en todo lo que podría suceder al entrar por la puerta principal de mi nuevo colegio. Pulsé mi escasa lista de reproducción en mi teléfono {37599} y pulsé una canción al azar, observé el nombre: Sleeping With Sirens, era un cover de la canción Iris y era en verdad preciosa. Observé la hermosa vista articulando cada palabra de la canción hasta que el auto se paró frente a un enorme establecimiento de dos pisos, un cartel encima de la puerta principal indicaba: London Secondary High School, y pude visualizar a varios jóvenes charlando animadamente en el patio principal, fuera de la escuela. Besé levemente a mi madre en la mejilla y me bajé.
-Suerte. -Asentí y comencé a caminar entre las personas que, como imaginaba, me observaban como si fuera un tipo de extraterrestre que cayó del espacio. Incómoda, me adentré al establecimiento y caminé hacia la puerta en la cual había un cartel que decía secretaría, por suerte la puerta estaba abierta y en un segundo ya estaba frente a la señora de unos 47 años, rubia y regordeta que me dirigió una enorme sonrisa.
-Buenos días, mi nombre es...
-Déjame adivinar, Bianca Charlotte Morgan. -Me interrumpió.
-Exactamente, ¿cómo lo supo? -Me atreví a preguntar.
-Estuvimos esperando tu llegada cielo, hemos notado que tus notas en Australia han sido de las mejores y estamos muy orgullosos de recibirte aquí. Eres bienvenida, aquí tienes tus horarios y tu número de casillero. -Me tendió un papel, el que recibí devolviéndole la sonrisa.
-Muchas gracias. -Le eché un vistazo. -Disculpe pero, ¿dónde está la sala de literatura? Creo que es la primera clase que tengo.
-Oh, si, es en la segunda planta, te darás cuenta cuando llegues, es el tercer salón a la derecha, allí también está tu casillero.
-Bien, gracias. 
-No hay de qué y suerte en tu primer día, si necesitas consultar algo no dudes en venir. -Asentí y salí de allí caminando otra vez entre la cantidad de gente que comenzaba a acumularse en lo largo del enorme pasillo. De pronto sentí como alguien me tomaba de los hombros por detrás, me paré y giré la cabeza, pero la persona ya estaba a mi lado. Era una chica alta, esbelta pero delgada que me observó con unos brillantes ojos azules {28596}. Llevaba los labios pintados con brillo labial, los ojos con delineador y máscara y las uñas pintadas de rojo sangre, tenía el cabello rosado y una sonrisa de dientes perfectos. Traía la camisa fuera de la falda y las medias subidas hasta los muslos, la corbata desacomodada y unos zapatos con tachas.
-Hola, tú debes ser Bianca, soy Lauren, Lauren Wood. -Besó mi mejilla y yo me alejé tímidamente. -Oh, lo siento, debo estar incomodándote, soy un poco impredescible, pero no debes ser tímida, creo que me sucedió lo mismo el primer día de clases hace unos años y odié estar sola. -Solté una pequeña risa al oír la cantidad de palabras que podía articular.
-Mucho gusto Lauren, soy Bianca Morgan y gracias por ser la primera en acercarte, no me hubiera gustado estar sola el primer día.
-Lo entiendo, es horrible. ¿Puedo ver tus horarios? 
-Claro. -Le tendí el papel y lo observó rápidamente.
-¡Tenemos las mismas clases! Genial, creo que tenemos uno quince minutos para que te muestre la escuela y nuestros compañeros, ¿te parece? -Asentí con una sonrisa, ella tomó mi mano y comenzamos a caminar, salimos por una puerta hacia un enorme patio con un precioso césped verde y algunos bancos.
-Este es el patio y por allí está la escalera. -Apuntó a la derecha y luego entramos una vez más hasta dirigirnos hacia otra al final del pasillo. -Y aquí está la otra. -Comenzamos a subir rápidamente hasta que llegamos a la segunda planta, en donde nos dirigimos hacia los casilleros. 
-Este es el mío, es el número 6 y el número del tuyo es el 18, así que creo que está a la vuelta. -Dimos la vuelta y me encontré con el casillero con mi número, coloqué la combinación anotada y se abrió, coloqué mis libros y Lauren tomó mi mano una vez más. Caminamos por el también largo pasillo y ella iba apuntando con la mirada a las personas que allí se encontraban charlando o sentadas en el suelo.
-Ellas son Liz, Helen y Stephanie, no creo que te acepten en su grupo... digo, no es que tengas algo de malo, es que ellas son demasiado glamorosas y esas estupideces, es decir, no es que... -Me susurró y yo reí.
-Está bien Lauren, te entiendo, tampoco me gusta ser glamorosa. -Asintió con una risa nerviosa y seguimos caminando. 
-Ése chico de allí es Derek pero es un completo tonto, no te conviene ni mirarlo. -Gritó frente a un chico castaño de ojos oscuros {29573} haciendo que la mitad de los chicos de la escuela voltearan hacia nosotras, haciéndome sentir más que incómoda, no estaba acostumbrada a tener tanta atención. El chico se volteó hacia ella y comenzó a reírse, luego la abrazó fuertemente.
-La única tonta eres tú, ¿qué tal estás querida?
-Yo bien, gracias. Quiero presentarte a Bianca, será nuestra nueva compañera. -Él guió sus ojos hacia mi y me dirigió una adorable sonrisa con brackets.
-Mucho gusto Bianca, soy Derek Smith, creo que todo el colegio ha hablando de tu llegada, eres la más inteligente de aquí según dice el director, ¿es verdad que vienes de Australia?
-El gusto es mío Derek, y que pena... exacto.
-Oh, siempre quise ir.
-Es un país hermoso.
-Lo sé, he visto varias fotos, ¿qué música escuchas?
-Hmm, no mucha, hoy estuve escuchando una banda llamada Sleeping With Sirens, pero no me gusta mucho la música.
-¿Qué? -Dijeron ambos al unisono.
-¿Por qué no te gusta? -Dijo Lauren con rostro de indignación.
-No lo sé, soy rara. -Ambos se miraron entre si y volvieron a observarme más tranquilos.
-Lo entiendo, aquí todos tienen gustos distinto, no es raro. -Contestó riendo, un minuto después sonó la campana.
-Te sentarás entre nosotros cariño. -Dijo Derek tomando mi mano, estaba casi segura de que era gay, pero no se puede saber todo de una persona con el simple hecho de oír su voz, así que dejé la idea de lado. Cuando llegamos al salón me senté entre ambos detrás de todo, un lugar que no me parecía para nada cómodo ya que no veía absolutamente nada, pero no le di tanta importancia. Al entrar el profesor bastante jóven me observó al instante.
-¿Bianca Charlotte Morgan? -Me dijo cuando todos hicieron silencio, yo asentí con la cabeza. -Bienvenida seas Bianca, mi nombre es James Brush.
-Gracias señor Brush.
-Y dime, ¿tienes algún género literario favorito?
-Me gustan las novelas y la ficción.
-Bien, estábamos comenzando a analizar el libro Grandes Esperanzas, de Charles Dickens.
-Lo tengo, lo leí unas dos veces.
-Perfecto, entonces creo que serás la mejor de la clase.
-Eso espero señor. -Le contesté con una sonrisa.
-Te prestaré mi libro por hoy, ¿te parece?
-Claro, gracias. -Me tendió su libro y yo lo tomé.
-Página 17. -Lo abrí. -¿Podrías comenzar a leer el párrafo? -Asentí y comencé la lectura totalmente concentrada en no fallar en ninguna palabra hasta que el profesor me interrumpió.
-Gracias Bianca. Derek, Lauren, ¿podrían darme un resumen de lo que Bianca acaba de leer? 
-Hmm... -balbucearon ambos desconcertados.
-Parecían demasiado concentrados en sus temas privados. Lee Derek, quedamos en el cuarto párrafo de la página 20. -Asintió y comenzó a leer sin equivocación alguna. Cuando Lauren acabó de leer el timbre sonó de pronto y todos suspiramos. 
-Bianca, acompáñanos. -Dijo ella tomando mi mano, yo le devolví el libro al profesor, guardé mi carpeta y caminé al lado de ella y Derek.
-Oye linda, ¿sabes por qué faltó Cameron? -Le preguntó él a ella.
-No lo sé ni me importa, no sé como aún lo soportas, está cambiado desde que le afectó la pubertad y todas los imbéciles de los populares se pegaron a él como pulgas volviéndolo uno más de ellos.
-Tú no lo soportas porque te dejó de lado.
-¿Solamente a mi? Por favor Derek, sabes muy bien que apenas te saluda y es porque tu hermana es Liz, además eres lindo.
-A que soy lindo, ¿no? -Ambos rieron y se dieron pequeños puñetazos en el hombro.
-Oh, lo lamento Bianca, Cameron Maxwell es un chico que pertenecía a nuestro pequeño grupito de lectura, pero ya se acabó como has escuchado, nuestra amistad ya no existe, o tal vez para Derek si... -Dijo rodando los ojos, yo asentí con la cabeza.
-Oye, hoy hay una fiesta en casa de Cole, ¿te gustaría venir? -Me dijo Derek cambiando de tema.
-Hmm, ¿puedo saber quién es Cole? 
-Yo, gusto en conocerte Bianca, Cole Fiarello, espero que asistas. -Dijo de pronto un chico de ojos azules y cabello castaño {27495} rodeando su brazo por el hombro de Lauren. 
-Hey, hey, más despacio que ella es una de las más inteligentes aquí, no te conviene meterte con Bianca. -Dijo Derek alejándome de él, yo reí.
-Iré. -Contesté despreocupada, nuevo país, nuevos aires, debía conocer todo esto, ¿o no? 
-Perfecto, 11:30 de la noche, te perdonaré la cerveza por ser bonita y nueva, pero la próxima deberás llevar alguna. -Me guiñó un ojo y bajamos las escaleras hasta llegar al patio. Nos sentamos al lado de una pareja que charlaba tranquila.
-Brad, Leah, ¿podrían alejarse un momento por favor? -Les preguntó Lauren divertida, ellos rieron y nos observaron. -Ella es Bianca.
-Si, oímos hablar sobre ti, bienvenida seas. -Me dijo la chica con una sonrisa de oreja a oreja.
-Muchas gracias. 
-¿Vendrán a la fiesta? -Preguntó Cole.
-Claro, ya te habíamos dicho que si Cole.
-Lo sé, solamente quería asegurarme... -Todos reímos.

 Al acabar el recreo entre miles de preguntas caminamos hacia la siguiente clase, matemáticas. Al entrar pude visualizar a un chico que me llamó la atención sentado a un lado de la chica que Lauren me había nombrado cuyo nombre no pude recordar, pero se veían muy apasionados, él tomaba su mano y ella le sonreía moviendo las pestañas una y otra vez. Al oír su voz me di cuenta de que era el chico con el que había tenido ese incómodo encuentro, el que vivía en el edificio delante del mío. Cuando noté que sus ojos se posaron en mi rostro le quité la vista al instante y me senté entre Derek y Lauren otra vez detrás de todo. Saqué mi teléfono del bolsillo pequeño de mi mochila y lo observé un momento intrigada, jamás me había dado cuenta de la cantidad de cosas que tenía. YouTube, una aplicación donde podía leer cualquier libro que quisiera, internet. Presioné la lista de reproducción una vez más y comencé a ver las descargas que alguna vez había hecho, no eran más de quince canciones. Sentí una presencia delante de mi, cuando me di la vuelta observé a la profesora de edad mayor observándome furiosa.
-¿Bianca Morgan? -Asentí con la cabeza avergonzada sintiendo miles de ojos en mi. -Pensé que iba a ser diferente... ¿podría guardar el teléfono? Si no, estaré obligada a quitárselo. 
-Si...lo lamento. -Lo guardé y saqué mi libro de matemáticas de la mochila. Cuando todos me quitaron la vista la profesora comenzó a hablar. Mientras trataba de prestar atención, por primera vez en mi vida sentí la increíble necesidad de volver a mirar al chico y lo hice, lo observé de reojo y noté que tenía sus ojos posados sobre mi, así que volví a mirar el libro.
-Cameron te observa como si tuvieras monos en la cabeza, creo que le gustas linda. -Susurró Derek en mi oído, yo sonreí tímida.
-Todos me observan así hoy, es normal, es el primer día de clases. -Le contesté, él rodó los ojos y observó al pizarrón, yo hice lo mismo pero no pude evitar volver a observarlo. Así que él era Cameron... Cameron Maxwell. Era en verdad hermoso, mordía la punta del lápiz y dibujaba o escribía algo en el libro totalmente concentrado en eso, de pronto sus ojos volvieron a posarse en mi, yo observé a la profesora que, otra vez, me observaba enfadada.
-¿Qué le sucede señorita Morgan? La noto demasiado desconcentrada, ¿quiere ir a hacerle una visita al director?
-No señora. -Contesté sintiendo como mis mejillas comenzaban a sonrojarse.
-Entonces preste atención, la vista al pizarrón. -Asentí con la cabeza y no le quité la vista de encima.
 Cuando la clase por fin terminó guardé mis cosas y salí disparada detrás de Lauren. 
-¡Derek! -Oí una voz que hizo que los tres paráramos, él se alejó hacia Cameron que comenzó a susurrarle algo al oído mientras me observaba, cuando rieron supe que era suficiente, me di la vuelta y comencé a caminar otra vez, Lauren fue detrás de mi.
-Hey Bianca, ¿sucede algo?
-Para nada, tengo hambre. -Solté una risita falsa.
-Traje sándwichs, son de pollo, ¿te gustan?
-Los amo.
-Perfecto, algo más que tenemos en común, dejemos a Derek con el imbécil de Cameron. Oh, no, espera, me asesinará, dame un segundo o... ven conmigo. -Me tomó de la mano y caminamos hacia ellos.
-Derek, Bianca tiene hambre, cuando termines de hablar con tu amiguito podrías ir con nosotras, ¿te parece? -Dijo enfadada. 
-Tranquila Lauren, solamente quería hacerle una pregunta. Hola vecina. -Dijo guiñándome un ojo, yo le dirigí una media sonrisa y observé al suelo ya que Lauren y Derek me observaban con la boca abierta.
-Bianca, ¿podrías quitarte los lentes? -Me preguntó Derek de pronto, yo lo observé confundida.
-¿Por qué?
-Quiero ver tus ojos. -Lo hice y los observé a los tres, luego solté una risita casi inaudible y me los volví a colocar.
-Tienes unos preciosos ojos azules. -Me dijo Cameron, otra vez sentí como mis mejillas comenzaban a sonrojarse.
-Gracias. -Balbuceé. 
-Cam, ¿qué haces hablando con mi hermanito? -Preguntó Liz detrás de él.
-¿Hermanito? Tenemos la misma edad. -Contestó en su defensa Derek.
-Lo que sea, ¿nos vamos lindo? -Le preguntó observándome de reojo y tratando de reprimir una risa, pero no lo logró. -¿Una nueva nerd en el grupo? -Preguntó observándome burlona.
-¿Acaso te molesta? No creo que sea correcto definir a una persona solamente con mirarla, no me conoces, no hables de mi. -Di un paso delante haciendo que retrocediera totalmente boquiabierta.
-Wow, eres ruda. -Susurró Derek.
-Detesto que me fastidien, no lo necesito, no soy una maldita nerd a la que le puedes decir cualquier cosa y solamente va a agachar la cabeza fingiendo que no escuchó nada, déjame en paz y todo irá bien. -Exclamé más que furiosa, me di la vuelta rápidamente y caminé hasta la puerta que decía "baño". Al entrar me observé al espejo y suspiré apoyando mi rostro en mis manos. ¿Qué he hecho? No soy una matona, jamás me había comportado así en toda mi vida... Salí y me choqué con Lauren que me observó preocupada.
-¿Estás bien Bianca?
-Estoy bien, lo lamento y siento haberme comportado así.
-¿Que lo lamentas? ¡Estuviste impresionante! -Yo reí tímida. 
-En verdad eres una chica ruda pero me encanta linda, mi hermana suele ser fastidiosa a veces y la pusiste en su lugar. -Dijo Derek levantando su mano para que la chocara, y eso hice sintiéndome raramente orgullosa de mi misma.
 Al finalizar todas las clases tocó la última campana. Agradecí no haberme vuelto a encontrar con Cameron y Liz. Luego de saludar a Derek y Lauren corrí hacia el auto de mi madre ignorando la voz masculina que me llamaba detrás, me subí y le sonreí a mi madre.
-¿Qué tal tu primer día hija?
-Fue asombroso, las materias son geniales, ¡tengo literatura! Además ya hice amigos...
-Me alegro mucho por ti. -Contestó besando mi mejilla y comenzó a manejar. Me animé a volver a sacar mi teléfono, le conecté los auriculares y esta vez entré a la aplicación de videos de YouTube y presioné la primera canción que se me apareció en la pantalla: Black Veil Brides - In The End. Tenía un gran sonido y estaba bien para mi estado de ánimo hoy. Era diferente, muy rockero pero genial. 
 Corrí a mi habitación y comencé a quitarme el uniforme, me coloqué unos leggins negros y una camisa color crema y me lancé a la cama. 
-Hija, saldré a comprar algunas cosas de la casa, ¿necesitas algo?
-Ropa, ropa que usen las adolescentes normales.
-¿Qué? -Preguntó confundida.
-Lo que escuchaste mamá, quiero un cambio... no sé, comprar jeans, shorts, faldas, camisetas con estampas, botas, zapatos, oh, y si puedes compra algunos collares, anillos y aretes.
-¿Estás hablando en serio? No tienes perforaciones para aretes Bianca.
-Pues tendrás que hacérmelos... 
-No puedes estar hablando en serio, es el primer día y ¿ya quieres cambiar? Estás bien tal y como estás.
-Claro que no, todos me consideran una nerd, pues les demostraré lo contrario. Oh, y dejaré de usar estos ridículos anteojos enormes, quiero lentes de contacto. -Me observó boquiabierta.
-¿Estás segura de esto Bianca?
-Lo estoy. País nuevo, persona nueva. -Suspiró pesadamente.
-Lo que digas... pero no quiero que bajen tus notas.
-Mamá, sabes que no. -Asintió con la cabeza y dirigiéndome una media sonrisa salió de la habitación. Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse tomé mi teléfono y lo conecté al equipo de música. Me solté la coleta y comencé a sacudir mi cabello riendo y tratando de aprenderme la letra de la canción. Cuando la canción acabó suspiré y observé por la ventana, donde encontré a Cameron observándome con una sonrisa casi burlona, corrí hacia ella y le mostré mi dedo medio antes de cerrar la cortina totalmente avergonzada. Sin darle tanta importancia me lancé a la cama y repetí la canción. Bajé el volúmen y saqué mi cuaderno de matemáticas, tenía varios ejercicios para hacer.
 Unas horas después mi madre por fin llegó y entró a mi habitación con miles de bolsas.
-Traje lo que mi pequeña me ordenó. -Me dijo dejando todo en el suelo. Yo me paré y la abracé.
-Gracias mamá. 
-No hay de qué, aquí tienes los lentes de contacto, ten muchísimo cuidado al colocártelos por favor. -Me tendió una cajita la cual le recibí. -Espero te guste la ropa que te compré.
-Luego me fijaré, ¿podrías perforarme las orejas? -Abrió los ojos.
-¿Era de verdad?
-Si mamá, las mujeres tienen aretes. Los compraste, ¿no? -Suspiró y salió de allí.
-Iré por una aguja, aretes y alcohol. -Reí.
 Luego de una media hora volvió y entró a mi habitación.
-¿Lista? -Preguntó con las cosas en su mano.
-No lo sé.
-Bianca, ni siquiera yo estoy lista, siéntate. -Le hice caso y me colocó un hielo, luego lo quitó y de pronto sentí un fuertísimo pinchaso en mi oreja que me hizo gritar.
-¡Mamá, ni siquiera me avisaste!
-Pensé que si estabas distraída iba a doler menos.
-Pues no, coloca el arete y sigue con el otro. -Y eso hizo, al sentir el otro pinchazo aguanté el grito y cuando me avisó que ya estaba hecho me observé al espejo. Eran dos pequeños puntitos brillantes en mis orejas, eran preciosos.
-Perfecto, gracias mamá.
-No me agradezcas porque no pienso volver a hacerlo. -Reí.
-No quiero que vuelvas a hacerlo, mantente alejada de mi oreja desde hoy. -Rió nerviosa.
-¿Te duele?
-No mucho.
-Colócate hielo. -Asentí y se retiró. Oí un golpe en la ventana y caminé hacia ella, abrí la cortina y la ventana.
-¡Bianca! ¿Estás bien? -Me preguntó Cameron con gesto de preocupación, yo fruncí el ceño.
-¿Acaso no me ves? Estoy perfectamente, ¿por qué lo preguntas?
-Oí un grito.
-Estoy bien, gracias por preocuparte.
-Oye...
-¿Si?
-Lamento haberme reído de ti.
-Y yo lamento haber sido grosera.
-Lo entiendo.
-Bien, adiós, buenas noches...
-¡Espera!
-¿Si? -Repetí.
-¿Te gusta el rock?
-¿Me oíste?
-¡Como no oírte! El volúmen estaba demasiado fuerte... Black Veil Brides, gran banda...
-Lo sé. -Sonreí agachando la mirada.
-¿Nuevos pendientes?
-Si... oye, estoy muy cansada, nos vemos mañana, ¿si?
-Oh, claro, lo lamento. Buenas noches Bianca.
-Buenas noches Cameron. -Cerré la ventana y la cortina y me recosté en la cama, comenzaba a gustarme como sonaba mi nombre en sus labios...

jueves, 27 de marzo de 2014

Capítulo dos... "Nuevos comienzos"

 Sentí unas manos moviendo mi cuerpo, abrí los ojos y en mi cuarto no había absolutamente nada, las cajas ya no estaban. 
-El vuelo sale en una hora hija. 
-Ya voy, te pido que salgas por favor. -Le pedí y ella me hizo caso. Al cerrar la puerta me levanté y al hacer las cosas que comunmente hacía me cambié la ropa y bajé las escaleras con mi mochila en mano. 
 Manejamos al aeropuerto y ya allí, cuando llamaron a nuestro vuelo, no pude evitar las lágrimas y rompí a llorar en el pecho de mi padre mojando su camisa.
-Tranquila Bianca, todo irá bien, te llamaré para ver cómo llegaron. Te amo mucho. -Besó mi mejilla y al darme un último abrazo y secar sus lágrimas nos dejó ir. 

 Cuando salimos del avión luego de un largo viaje me sentí mucho mejor, no soportaba estar en lugares cerrados por mucho tiempo, amaba la naturaleza. Por suerte el clima estaba espectacular, no hacía frío ni calor y el cielo estaba totalmente despejado. Entramos al aeropuerto y visualizamos a lo lejos un hombre con un cartel en la mano: "Bianca y Danielle Morgan", caminamos hacia él con las maletas y nos ayudó con ellas.
-Buenos días señorita y señora. Me presento, mi nombre es Terry y les mostraré su departamento y la ciudad.
-Mucho gusto señor Terry, llámeme Danielle por favor.
-Señora Danielle. -Contestó con una cordial sonrisa. Lo seguimos hacia afuera donde había un bonito auto estacionado. Nos subimos y comenzó a conducir, mostrándonos algunos de los lugares más populares, pero no le presté la mas mínima atención a lo que decía, solamente disfruté el paisaje, los monumentos, los grandes y viejos edificios, las escuelas, las personas, todo era muy hermoso. Cuando el auto se paró frente a un edificio miré extrañada a mi madre.
-¿Viviremos en un departamento? -Le susurré enfadada.
-Si Bianca, compórtate por favor. -Dijo saliendo del auto, yo bajé detrás de ella y al entrar al edificio nos subimos al ascensor y Terry marcó el botón número 5. Al llegar al piso en total silencio entramos al departamento que tenía el número 16 y en verdad me sorprendí al ver lo grande y espacioso que era. Me emocioné al llegar a mi cuarto, el que era aún más grande que mi cuarto de Australia y solté un pequeño grito al notar que había un enorme estante repleto de libros nuevos, una bonita lámpara, una ventana y algunos muebles nuevos. Miré a mi madre que me observaba con una gran sonrisa y la abracé.
-Esto es genial mamá, gracias.
-No tienes por qué agradecerme Bianca, quería que disfrutaras aunque sea algo de Londres.
-Lo haré, en verdad gracias. -La solté.
-Luego de que Terry termine de mostrarme la casa tal vez iré a comprar algo para la cena, no tenemos nada... ¿estarás bien sola? -Rodé los ojos.
-Si mamá, no te preocupes.
-Bien. -Besó mi frente y me dejó sola en la impresionante habitación, me dirigí hacia la ventana y la abrí, tenía un pequeño espacio donde podía sentarme y ver hacia el otro edificio, algo que me molestaba un poco ya que no podía tener una bonita vista, pero estaba bien... me senté allí, tomé el libro que Reneé me había obsequiado de la caja y comencé a leerlo sintiendo los rayos de sol en cada página. Unos minutos luego oí la voz de madre que se asomó por la puerta.
-Hija, en seguida vuelvo, ¿necesitas algo? 
-Creo que olvidé mis acrílicos en casa, ¿puedes traerme algunos colores fríos por favor?
-Bien, ¿nada más?
-No, no te olvides de las frutas y verduras, y mucha agua. 
-Ok, adiós.
-Adiós. -Contesté sin quitarle la vista al libro. Cuando oí el sonido de la puerta principal cerrarse sentí como si alguien me observara, giré mi cabeza hacia el otro edificio y un chico con anteojos {38496} se encontraba allí sentado en su cama con la manos tapando su rostro, supongo que tenía el uniforme de algún colegio... me quedé observándolo atentamente y cuando levantó la vista hacia mi, volví a ver el libro sonrojándome a más no poder, logré contener mi curiosidad por unos treinta segundos y observé de reojo, se reía tímidamente observando hacia mi dirección, haciendo que me sonrojara aún más. Me paré, cerré la cortina una vez más y me senté en la cama muy avergonzada, pero perdí esos sentimientos al instante, él no era más que un chico que vivía frente a mi edificio, ¿verdad? Me senté y comencé a preparar mis cosas para la otra semana, el primer día de clases... Suspiré pesadamente y comencé a sacar el resto de mis cosas de las cajas.
 Al acabar, oí como la puerta se abría y mi madre entraba con una bolsa en la mano.
-Aquí están tus pinturas hija.
-Gracias.
-¿Todo en orden?
-Claro.
-¿Qué deseas que te prepare?
-Brócoli está bien.
-¿Con queso?
-No, como ensalada.
-¿Qué tal el asma?
-Bien por ahora, hace dos semanas que no tengo un ataque.
-Exelente, te avisaré cuando esté listo. -Asentí con la cabeza y se retiró cerrando la puerta detrás de ella. La curiosidad fue demasiada y caminé hacia la ventana, corrí mínimamente la cortina y lo observé, esta vez la ventana estaba abierta y él se encontraba sentado al borde de ella fumando un cigarrillo, ya no llevaba lentes. Abrí la ventana y me asomé, él guió sus ojos marrones hacia mi.
-Te caerás. -Le dije casi en un susurro.
-No te preocupes, siempre lo hago. -Dijo dejando que el humo saliera por su boca. -Acabas de mudarte, ¿verdad?
-Hmm...
-Si, lo entiendo, mami te enseñó que no tienes que darle información a un extraño. -Se burló.
-Si, acabo de mudarme, llegamos hoy.
-Bien, eres muy bonita chica nueva, te vi mirándome por la ventana.
-Yo no estaba...
-Si tú lo dices. -Me interrumpió, era en verdad irritante.
-Me voy.
-Adiós chica tímida.
-No te lances.
-Intentaré no hacerlo. -Me guiñó un ojo, yo los rodé y cerré la ventana, pero dejé la cortina abierta. Un minuto después mi madre entró una vez más.
-¿Con quién hablabas?
-Con nadie.
-Oí tu voz.
-No hablaba con nadie mamá. -Contesté muy seria, ella se quedó en silencio dudosa, sabía que jamás sería capaz de mentirle, o en un pasado no tan remoto...
-Está bien, ya está tu brócoli. 

 Al acabar de comer me di un largo y relajante baño, me coloqué el pijama y me recosté en mi nueva y cómoda cama luego de llamar a papá y avisarle que todo iba bien, o al menos éso fue lo que dije... en verdad no podía definir mi estado de ánimo con ninguna palabra, es un precioso país, pero mi lugar está en Australia... Siempre pertenecí allí. Cerré los ojos y me quedé dormida de pronto.

martes, 25 de marzo de 2014

Capítulo uno... "Un último adiós"

 Me desperté al oír el sonido del despertador que marcaba las 7:30 de la mañana, me senté muy desganada, hoy sería el último día en la escuela, en Australia, en casa antes de partir hacia Londres, donde desgraciadamente debía comenzar una vida completamente nueva. Como siempre, había preparado mi mochila y mi ropa la noche anterior, por eso apenas me levanté, cepillé un poco mi cabello y lo até en una coleta, me cepillé los dientes y me lavé la cara caminé otra vez hacia mi habitación y me cambié la ropa {80995}, la que había decidido cambiar un poco de la típica solamente por ser el último día, aunque, sin embargo, seguía manteniendo mi "estilo", tenía que aceptar que era bastante cómoda. Me coloqué las zapatillas, mis anteojos, tomé mi mochila y bajé las escaleras dirigiéndome hacia la cocina, donde mi desayuno esperaba en la mesa-isla. Como había hecho estas últimos dos semanas desde que me enteré de la partida, ni siquiera miré a mi madre, besé la mejilla de mi padre y me senté a su lado.
-Hija, saluda a tu madre.
-¿Luego de que arruinara mi vida? No, gracias papá. -Él solo negó con la cabeza reprobatoriamente pero no le dio importancia. Ella, sin embargo, me observó con el rostro dolido, pero la que debía estar más dolida era yo, por tener que alejarme de todas las cosas que amaba.
 Salí de la casa al acabar de desayunar para caminar hacia la escuela que, por suerte se encontraba a unas tres cuadras, pero una mano en mi brazo hizo que dejara de caminar.
-Suéltame, llegaré tarde. -Le contesté a mi madre malhumorada.
-Quiero que hablemos.
-No hay nada de qué hablar. 
-Claro que si,  no seas tan dura y déjame hablarte, por favor. -Suspiré y me senté en el sofá junto a ella.
-Rápido, por favor.
-Sé que te ha costado mucho acomodarte en las diferentes escuelas y que por fin habías hecho amigas, pero esta es una oportunidad única, con las notas que tienes podrías conseguir una beca en alguna de las mejores universidades de Inglaterra, dale una oportunidad a esta vida.
-No, no me importa en absoluto, aquí también hay buenas universidades. Además no te das cuenta de que me estás alejando de todo lo que amo, mis amigos, papá, mis libros, no entiendo la razón por la cuál debo ir contigo, tranquilamente podría vivir con papá.
-Sabes que tu padre no está nunca en casa.
-Puedo cuidarme sola, tengo 16 años.
-No entiendo qué te sucede Bianca, tú siempre entiendes todo a la perfección, jamás me reprochaste nada.
-Esto es diferente mamá, soy una adolescente, tengo derecho a tener mis momentos, leí que es inevitable para una persona no sentir ira en un momento así, momentos duros.
-Bien, lamento decirte que no puedo hacer nada para cambiar esto, irás conmigo y deberás acostumbrarte a un nuevo país, seguramente encontrarás personas que te agraden, te enviaré a una escuela privada. Tienen su propia biblioteca y todo. -Contestó emocionada, pero yo me encogí de hombros y salí de la casa, cerrando la puerta detrás de mi. 
 Al llegar, entré tranquilamente ignorando por completo a todos como siempre hasta llegar al salón, donde Andrea, Bruno, April y Reneé con libros sobre sus bancos, caminé hacia ellos y dejé mi mochila encima de mi banco.
-Hola chicos. 
-Hola Bianca, revisábamos la tarea, ¿por qué tardaste? -Preguntó Bruno.
-Mi madre quería charlar conmigo, ¿matemáticas? 
-Exacto, vamos revisando las ecuaciones, ¿te nos unes? 
-Claro. -Dije sonriéndoles y sacando mi cuaderno de la mochila.
 Apenas tocó la campana el salón se llenó de alumnos, quiénes nos miraban y susurraban a nuestras espaldas como solían hacerlo. 
-Por fin una nerd menos. -Susurró Maria a mi espaldas, pero la ignoré completamente.
-¿Qué? -Preguntó Bruno.
-Hmm, si, me voy mañana por la noche.
-¿Y no pensabas informarnos? Dijiste que te irías en un mes. -Me acusó April.
-No me agradan las despedidas.
-No nos importa, sabes que te extrañaremos.
-Y yo a ustedes, pero detesto que me vean sufrir.
-Tranquila, todo estará bien, sabes mucho sobre Inglaterra, es en verdad preciosa. -Todos me abrazaron pero me soltaron al sentir los pasos del profesor entrar al salón.

 Al final del día hice algo que jamás en mi vida había hecho, tomé mi mochila y, percatándome de que nadie me veía, corrí hacia la salida a toda velocidad suspirando con completo alivio. Faltaba apenas una hora para salir, pero no soportaba la presión de que si  me despedían en ese momento podría romper a llorar, y era de las personas que no mostraban sus sentimientos, que siempre sufría en silencio. 
 Al llegar a casa entré y me encontré con una nota:
 "Bianca: Tuve que salir a buscar algunas cosas para el vuelo, tienes la comida en el refrigerador, puedes calentarla. Tal vez tu padre llegue antes que yo..."
La arrugué y la tiré a la basura, luego saqué la lasagna del refrigerador y la calenté.
 Al acabar de comer, lavé el plato y me senté en el sofá, donde tomé un libro llamado "Todo Sobre Inglaterra", si viviría allí, debía tener la mayor información posible. Unas horas después iba por la mitad del enorme libro y el timbre sonó de pronto, me levanté y me asomé por la ventana, sorprendiéndome al ver a Bruno, April, Andrea y Reneé parados sobre la puerta con cajas de regalos en la mano. Esperaron unos minutos y al fin dejaron las cajas frente a la puerta.
-Sabemos que estás ahí, pero entendemos si no quieres despedirte de nosostros, te queremos mucho amiga y te extrañaremos. -Susurró Bruno a la puerta y todos se alejaron. Cuando los perdí de vista abrí la puerta y tomé la cuatro cajas. Abrí la primera, de Reneé y me encontré con dos libros, uno tenía como título "Lolita" y el otro "Fedón", debajo de ellos había una nota:
 "Espero que disfrutes estos libros tanto como yo, son mis favoritos, por eso he decidido entregártelos para que tuvieras un pedacito de mi en Londres. Eres y siempre serás una maravillosa amiga." 
 Sequé una lágrima al instante y abrí la caja de Andrea, que también contenía libros, pero esta vez eran tres que tenían como título "El gran Gatsby", "Kane y Abel", "Mi ángel tiene alas negras" y "Mi perdición", pero este no tenía nota. Abrí el de April y dentro me encontré con algo bastante desconcertante, un cuadro colorido con la frase: "Suéltate y sé libre" en tonalidades gris y negro. Por último abrí el de Bruno y me encontré con cinco rosas, cuatro de ellas rojas y una blanca, debajo de ellas me encontré con un libro de poemas que jamás había visto que me hizo sonreír como una estúpida, saqué la nota de entre las páginas y leí:
"Mi hermosa Bianca, tú eres mi rosa blanca, diferente a todas las otras pero más preciosa que ninguna. Siempre tuve miedo de confesarte mis sentimientos hacia ti, pero creo que si mañana te vas este es el momento indicado para informarte que estoy perdidamente enamorado de ti desde que te conocí. Me destroza el no volver a verte, pero si decides volver algún día, aquí estaré esperándote, siempre. Te amo y te extrañaré más que a nadie.
 Bruno..."
 Sequé una lágrima que calló por mi mejilla y guardé todas las cosas en una misma caja, subí hacia mi habitación y las coloqué junto con las demás cajas de mis cosas. Mi habitación estaba completamente vacía como mi interior. Me recosté en la cama, pero el timbre interrumpió mis pensamientos, bajé rápidamente y me asomé a la ventana, era mi padre. Abrí la puerta y me observó extrañado antes de entrar.
-¿Estuviste llorando? -Entró y se sentó en el sofá, éso era señal de que era un momento de charla entre padre e hija.
-No quiero irme papá, no quiero dejarte ni dejar a mis amigos, tengo todo aquí, este es mi país natal, lo amo y siempre lo haré. Ahora que estoy a gusto aquí, me quitan todo. Por favor, déjame quedarme contigo papá, por favor. -Le rogué.
-Hija, créeme que para mi es también muy duro dejarlas a ambas solas, ya pasé suficiente cuando Lucas se mudó a Italia, pero así es la vida. Todos necesitamos nuevos comienzos, y este es tu momento. Te juro que trataré de buscar un trabajo en Londres e iré con ustedes, estaremos juntos como siempre muy pronto, no te preocupes.
-Muy pronto es mucho tiempo papá. -Contesté entre sollozos, él me abrazó fuertemente.
-Tranquila, prometo que estaremos juntos, lo prometo en verdad, te amo hija. -Cuando me soltó secó mis lágrimas, besó mi frente y caminó hacia la cocina.

 Ya muy cansada y al finalizar de preparar las últimas cosas que me faltaban me recosté en la cama y sentí como me quedaba profundamente dormida.

Sinopsis

Bianca Charlotte Morgan es una chica de 16 años originaria de Australia, amante de los libros y el estudio, responsable y respetuosa, pero siempre fue considerada una completa nerd. A lo largo de su corta vida y al pasar por tres escuelas fue buscando solamente aceptación, pero por fin pudo reunir su propio grupo de amigas con gustos similares a los suyos. Por desgracia, todo esto se desmorona al enterarse de una perturbadora noticia, su madre le informa que deberán mudarse a Inglaterra por asuntos laborales, a lo que ella se niega completamente a dejar a su padre y sus amigas, toda la vida que tanto le había costado construir en Australia para volver a vivir la misma tortura de los primeros días de colegio, donde todos se burlaban de el gran tamaño de sus anteojos, su ropa a la que ella consideraba cómoda pero desprolija, su cabello para nada arreglado y el hecho de que en vez de hacer lo que todas las adolescentes de su edad hacían en los recreos, como escuchar música o juntarse en grupo para hablar sobre chicos, maquillaje, ropa y futuras fiestas, prefería ir a la biblioteca a perderse en las letras de un interesante libro.
 En fin, ésta es la historia de como Bianca comienza una vida completamente diferente en un país que apenas conoce por la información de sus amados libros, y también la historia de como es obligada a cambiar por un hombre...